“Escape hacia la final (por el ascenso)”, así podría llamarse el film que los directores Favio Orsi y Sergio Gómez se propusieron producir. Y en Tandil, con una clara victoria 3-1 sobre Santamarina, San Martín ejecutó el guión a la perfección, rodó una escena trascendente.
Si el muchacho de la película (el artillero del certamen Luciano Pons) no está en su noche, si el principal actor de reparto (Gonzalo Rodríguez) tampoco, no hay motivos de preocupación en el set de filmación: los defensores aparecen para poner su rúbrica en la red rival.
Tres sobre tres: la contundencia llegó desde la zaga, con ese tanto de Emiliano Amor –de goleador, casi pisando el área chica, su segundo grito consecutivo- y los gritos bautismales de Abel Luciatti, para elevarse a lo Daniel Passarella e inflar la red con un cabezazo tremendo, y de Lucas Diarte, para llegar como atacante, desacomodar al arquero rival y meterla cerca del palo.
La filmación tuvo en Nicolás Castro, Juan Mercier y el propio Amor a actores destacadísimos, protagónicos, pero los demás también mostraron dotes actorales de primer nivel. En definitiva, en la fresca noche tandilense, el equipo terminó siendo la figura. Y la brecha sobre el escolta Sarmiento se amplió a seis puntos, con dos partidos por delante hasta el cierre de la primera rueda.
“Santo” mató a “Santa”. A priori, era previsible. El líder que no perdía desde la tercera fecha, ante el antepenúltimo, que no ganaba desde la cuarta. Igualmente, los partidos hay que jugarlos. Y hasta ahora San Martín había resignado puntos frente a equipos del fondo de la tabla.
“No relajarse, no subestimar”, había sido el mensaje de la dupla técnica antes de viajar a las sierras bonaerenses. Y sus jugadores le hicieron caso, más allá de ese pasaje inicial del complemento en que la visita se desconectó y permitió el descuento de Mariano González.
En realidad, el partido arrancó parejo, los hinchas de Santamarina se entusiasmaban con la mejor performance en bastante tiempo. En tiempos de imprecisión, San Martín apostó al tiro de media distancia, sin fortuna. Y el local también: fue cuando Ignacio Arce se lució con dos voladas ante sendas bombas.
El jugadón de Castro –pasó entre dos hombres, desbordó y tiró centro- seguido del oportunismo de Amor modificó la historia del encuentro. En desventaja, el “Aurinegro” se desplomó como suele pasarles a los equipos que están en la mala. Incluso el 2-0 parcial para San Martín -pergeñado por el botín de Castro desde el córner y el salto animal de Luciatti en el área- pareció escaso: había fragancia a goleada cuando el condescendiente árbitro Mario Ejarque los mandó al entretiempo.
Santamarina se animó en el complemento, en esos veinte minutos en que San Martín lució como ido. Pero el puntero rápidamente retomó el control y con el 3-1 sellado, ya no hubo partido, una resurrección del equipo de Fernando Quiroz se asemejaba a una quimera.
Ganó muy bien San Martín. Con suficiencia de líder, con chapa de candidato. Que en 2019 sigan los éxitos es lo que piden todos en Bolívar y Pellegrini, esos hinchas que en las fiestas brindarán por la cima hasta febrero.